Somos pequeños, que vamos pasando, cruzando, abarcando, alcanzando, avanzando, soñando y así siempre; ando. Pero ando de andando, y por supuesto hacia delante, cumpliendo años y perdiendo inocencia y con ello ganando experiencia. Hoy te despides de este gran número que marca tanto entre los dos, para darle paso a uno mayor. Cada vela que nos viene por soplar hace que dejemos atrás algo, alguien, etapas y actitudes y en una de esas me podría quedar yo, como esas cosas tan grandes que pasan a ser pequeñas cuando se quedan atrás. Pero hoy una vez más tengo el placer de seguir aquí, de seguir formando parte de ti y tu de mi y así yo de los tuyos y tú de los míos. Aunque a veces parezca debilitarse, cada minuto que pasa, se hace más grande y más fuerte.
Pequeños, somos tan pequeños. Si tú, y tú, y el, y eso, y lo otro también. Y con eso todo. En este mundo tan grande y tan salvaje. Pequeño es el tiempo, que sin querer retroceder, ya formas parte de un atrás, o de lo que viene siendo un recuerdo. Pequeños son los detalles, los ratos, las risas, los llantos, los amigos y las familias, tan pequeños que caben en cualquiera de esos pequeños corazones, esos tan pequeños, que ocupan cada pecho del ser humano. Pequeña es la distancia, pequeño es el abismo, pequeño el infinito y pequeños los sueños, los de todos y los nuestros más aún. Fíjate que incluso los abuelitos, no se sabe muy bien por qué con 80 años retroceden a la estatura de cuando le quitan un cero.
Y es que todo es tan pequeño que ni si quiera podemos verlo.
Todo se queda en una niebla densa y espesa una vez que ya ha pasado. Y es que el YA, ya es pasado.
Parece que todo se vuelve pequeño cuando giras el cuello y miras atrás.
De ahí la logística más inexplicable de que el paso del reloj no es en vano, y gira, y sigue girando y todo se va haciendo más pequeño. Los años pasan por igual para todos, es una aduana obligatoria para cualquier ser vivo. Con vida presente o sin ella, que los de arriba siguen cumpliendo y lo harán para una eternidad, o por lo menos para los que seguimos aquí. Pequeños los pequeños, que oye, por más que luchamos por intercambiarnos los papeles se quedan en deseos taaaaaan pequeños. Esos pequeños que luchan por ser grandes mientras esos grandes combaten batallas campales por ser pequeños, que hasta ahora las llevan pérdidas.
Hoy es ese día en el que te despides de una edad pequeña, aunque a ti te suponga otro paso de gigante. El pasar por esa puerta con un dos que ya cumpliste y ahora cumples en pasodoble, aunque claro eras tan pequeño, que ya ni te acordarás. Hoy caminas por ti mismo y con quien tú quieras llevar de la mano y no quien te quiera llevar a ti. Ya cruzas una frontera más y con pasaporte sellado por esos otros destinos que tanto te han enseñado. Pero esta vez con sueños y metas grandes que yo, y cualquier ser que te aprecie y te quiera o desprenda alguna serie de sentimiento positivo hacia a ti, te ayudará a lograr. Cada año vienes con más expectativas, te despides de algunas que por una serie de factores te has dado cuenta que eran demasiado pequeñas y que hoy las quieres hacer más grandes. Y que por supuesto para darle la bienvenida a algunas cosas, tienes que despedirte de otras. Y entre todos te iremos ayudando a hacer la despedida más amena y la bienvenida más placentera. Y el camino más grande, para un ser tan pequeño. Por qué por muchos que cumplas, siempre serás nuestro pequeño, el mío al menos y para alguien más también, si no que lo desmienta la madre que te trajo al mundo o el primer hombre que te cogió en brazos.
Cada problema, cada fallo, cada error cometido. Somos capaces de verlos cuando forman parte del pasado y claro ya es pequeño, porque ya es pasado. Cuantos sentimientos nos han dejado a flor de piel y ya ni recordamos, cuantas mariposas nos habrán revoloteado, para recordarlo así, tan pequeño, tan pasado.
He aquí el porque a toda esta reflexión, y os voy a explicar la mía. Es por la superación.
De eso tan inmenso, que hace que lo enormemente grande, se vuelva tan pequeño.
Y de eso no tiene nadie más que uno el mérito, y aunque a veces se involucren seres externos en hacerlo posible. No es nadie si no uno, el responsable y el que tiene la propia cura de superar lo ocurrido y aprender de lo vivido. Aunque a veces reconozcas a todos los que te seguimos, eres tú, quien surcas y surcaras tu camino. Nosotros somos solo parte del juego. Y aunque creas que no, tú eres un experto ilícito en superaciones. Lo haces posible, lo consigues. Si no mira atrás cuando no te regalaron lo que deseabas y hoy te ríes en la sobremesa a carcajadas o pregúntale a tu hermana por esas rabietas cada vez que te asustaba, o echa el ojo atrás y mírate con 12 años esa cara, esos complejos, que a esas edades nos preocupaban, cuantos problemas creímos tener y hoy no son nada. Por qué los has superado, uno a uno. Y no es que nacieras sabiendo, es que has aprendido viviendo y así lo seguirás haciendo, porque lo haces. A veces con más o menos ganas, como más o menos me gusta o incluso como menos te gusta a ti, pero lo haces. Haces de un océano un charco. Y de una lagrima una carcajada con llanto incluido. Extravías tus ganas contra cada muro. Incluso con el de mis malas caras o palabras en un día de perros y las vuelves a recoger echa añicos para así devolverme la mejor intención de ellas. Me enorgullece verte estos pasos tan grandes y actuar tan tú. Verte fallar y solo tener que aconsejarte y no tener que regañarte, que ya eres consciente y consecuente por tu parte. Y con ello provocarme la mayor satisfacción de que algo está cambiando y creciendo de que el ser que convive, vive, duerme, come y sueña a mi lado; es ser humano. Y que falla, pero aprende.
Me enorgullece verte actuar así, me enorgullece verte caer y levantarte. Con tus pequeños pasos y tus grandes actos.
Yo solo quiero verte volar y acompañarte.
Quiero que te comas el mundo y regalarte mi apetito si es necesario. Quiero un futuro radiante y un presente completo de felicidad. Quiero un recuerdo grande, más grande que cada pequeño que tengo. Quiero que desafíes cada gran logro y lo hagas más pequeño que el anterior. Quiero una vida contigo y me niego al no estar aquí, pero si no lo estoy quiero que lo sigas haciendo. Quiero lo mejor para nosotros, pero ante todo lo mejor para ti.
Ya te lo dije en su día, ojalá mil ojalas contigo. Sigue conquistando este mundo a mi lado y conquistandome a mi, mirándome como lo haces, apreciándome como merezco y aportando en mi lo que tú solo sabes. Tienes una ventaja que juega en mi contra o a favor dependiendo por donde lo mires, me conoces mejor que yo misma. Así que pequeño lucha porque ya sabes que soy de esas guerreras que te recompensan después de la batalla. Lucha conmigo y no contra mi. Pórtate bien conmigo y haré de ti el hombre más feliz del mundo.
La vida es un arte. Y nadie entiende mejor del suyo que el propio autor. Así que artista, por los cuatro costaos, deportista y guionista de tu propia obra, bienvenido a otra etapa más de tu vida, una vez más a mi lado. Por seguir viéndote crecer siempre a tu lado.
Tú pequeña, para ti tan grande.