Realidad.
Aquella con la que te enfrentas después de soñar entre pétalos.
Algo tan sobrevalorado a día de hoy, algo tan irreconocible hasta que la conoces.
Mira que nos iban avisando que iba a llegar eh, y no queríamos verla con nuestra delicada inocencia. Y claro, de repente se nos presenta así de golpe en plena adolescencia que entre hormonas y poca cabeza, casi hubo alguno que perdió la razón y la paciencia.
La verdad que las primeras tomas de contacto no fueron plato de buen gusto de ninguno. Nos recordaba al típico profesor que te hace la vida imposible. Cuando años más tarde vimos claro lo que no sabíamos, y es que en el fondo solo quería lo mejor para nosotros.
Algo que era difícil de ver, al ver que todo por su parte nos afectaba, cuando lo real de la realidad, es que realmente nos estaba y nos está ayudando constantemente a simplemente ser.
Y posteriormente ser humano, ser persona y ser real y ya dependiendo de la interna voluntad, ser mejor en cada uno de estos aspectos.
Que no todos, porque no será por lo real, o los realistas o reales que nos rodean, esos que te proyectan todo cuando callan, y no dicen nada cuando hablan.
Son tan pocos los reales, que hasta nos sorprendemos de quién se muestra o nos la muestra así sin más, a cambio de un nada. Está difícil ser real, en esta actual sociedad, cuando debería ser muy fácil en realidad.
Cuando ya nadie confía en la verdad, es porque la mentira está haciendo mucho daño en la humanidad. Porque una verdad a medias, es mentira por la mitad. Y cada vez nos afecta más. Y en eso nos damos cuenta a la hora de confiar y del creer, sin ninguna referencia ni ningún papel. No perdona, yo necesito ver, ver para creer porque así es ahora, aquí y desgraciadamente envuelve a toda nuestra generación. Porque así nos están enseñando a ser. Y me niego a creer eso o mejor dicho me niego a dejar de creer, me niego al generalizar, al envolver y al hacer culpable a un siguiente de lo que alguien no hizo bien. Porque quiero creer, y quiero que creáis. Y si no crees, cuando ya no creas, CREA.
Realidad.
Algo tan difícil de afrontar y a la vez tan fácil de encontrar.
Realidad, que duro nombre tienes y que bonita en el fondo eres. Cuánto nos enseñas cada vez que nos topamos contigo. De no ser por ti, más de un loco seguiría creyendo ficciones y pasando el día en un cine gratuito. Cuantas lecciones nos vas enseñando, a medida que te vamos conociendo. Y es que cuántas veces hemos pensado en lo imposible, en lo intolerante, en lo impredecible, en lo más improbable y ella nos vuelve a mostrar que la imposibilidad tan solo está a un beso de la realidad.
Que lo más inevitable es la muerte y lo que tenemos ahora es la vida.
Que hemos nacido, que no es poco y que lo realmente importante desde que naces hasta que mueres es el trayecto, las decisiones, las despedidas y las nuevas elecciones. Que a veces no tienes ni la necesidad ni la opción de elegir, porque las cosas pasan, así, porque así han de pasar. Y habrá veces que no sabremos cómo afrontar tanto cambio, tanta realidad, pero eso serán las primeras, porque seguro que para ese entonces, ya habrás tenido alguna anterior lección. Y moralmente sin saberlo ya te habrás preparado para las que vengan o para las que queden por venir, porque aprendiste, porque maduraste, porque una vez más se te mostró la realidad. Y ahí es cuando nos toca aceptar y aprender que en la vida todo son errores y que hay que errar, y entender que otros lo hagan. Que supongo, como decía Rayden, hay errores que no los borra ni el tipex y desde la madurez que ya debes poseer hay que buscar soluciones y sobre todo comprender que todo, está bien como está, incluso lo que ves y te sienta mal.
Vivimos constantemente buscando los fallos, las culpas, los arrepentimientos, para poder hallar una perfección donde no la hay. Nos centramos en evitar dolor, mentiras, pérdidas, decepciones, emociones y nos olvidamos que esa es la clave de la realidad y que hay que dejar que sucedan y dejar que pasen, que lleguen por qué luego se irán como si nada y te dejarán continuar.
Es ahí, ahí está la clave para sentirse bien, para sonreír y agradecer lo bonita que es la vida con su mal y con su bien, con sus gustos y disgustos, porque al final, lo que yo, lo que tú y lo que todos nos vamos a llevar está en ese momento, cuando giramos la cabeza, y miras los pasos pisados, el recorrido realizado y te sientes satisfecho de todo por lo que has pasado.
Siempre le he sido fiel al destino, de hecho creo que aunque a veces dude de sus maneras de tratarme, y de ubicarme, en el fondo se que sabe lo que hace y como lo hace, me ha enseñado que tiene que ser así, por y para mí bien. Y no porque no haya hecho y deshecho lo que le ha dado la gana con mi camino, si no porque de una manera u otra al fin y al cabo siempre me hace agradecerle el haberme traído hasta donde estoy, hasta lo que soy y hasta lo que quiero llegar a ser.
Así que ni por primera, ni por última vez, reiteradamente le tengo que dar las gracias a esta señora realidad, por despertarme una vez más, por derrumbar y dejar todo patas arriba, para hacerme volver a ordenar, por mostrarme que todo se demuestra con los hechos y que lo hecho, hecho está.
Y así, así está bien, está mejor que bien como está.