Thursday, 27 November 2014

Entonces vuelves.

Cuando aprendo a no recordarte en cada instante. Cuando me acostumbro a dormirme abrigada entre esas sabanas blancas y no por ti. Cuando me encargo de dejar en ellas todos esos sueños que un día nos planteamos, porque al fin y al cabo eran eso, sólo sueños. Cuando vuelvo a besar aunque no me sepan los besos. Cuando ya no me acuerdo de ti al cantar, aunque sí lo haga al escuchar canciones de amor. Cuando he aprendido a ponerme guantes en las manos al tenerlas heladas, evitando dependencias de las tuyas. Cuando empiezo a apoyarme en un hombro distinto, por no apoyarme en el tuyo todas las veces. Cuando me había cansado de llevar esos terribles e increíbles recuerdos a cuestas esperando que el tiempo termine borrándolos.

Cuando ya ha pasado la tormenta, cuando construí todo lo que destrozó  esta, entonces vuelves.

Y tengo miedo de que vuelvas y entres en mi vida otra vez, haciéndome dudar de esa nueva mejor versión de mí que había hecho, que entres buscando esa llave con la que cerré todas las puertas, las que pensaba que había cerrado para siempre, desmontando mi orgullo, mis ideas y mi nueva manera de ver las cosas, haciendo que retroceda al punto de partida cuando ya estaba llegando a la meta, pero lo peor es, que no sé si me da más miedo que no lo hagas, que no me busques, que todo termine así, como si esto no hubiera significado nada para ti, como si ya no significaras nada para mi, hundiéndome en el peor y absurdo de los silencios, como pensaba que habías hecho.

Pero es que no consigo entenderte, y te juro que lo intento, y cuando creía que ya lo había hecho, entonces vas y vuelves.

Después de todo este tiempo escribiendo en la arena la fecha de mañana y que el mar se la lleve con el nombre de ayer. Fingiendo. 

Fingiendo no sentirme, no sentirte, no sentirnos. Fingiendo el no importarte. Fingiendo el no querernos detrás de esos dos besos de conocidos de pasada, cuando somos más que conocidos en el pasado. Fingiendo no vernos, ni mirarnos. Fingiendo no estar enamorados cuando no parábamos de buscar la manera para dejar de estarlo.

Te escondías y te callabas, pensando que así íbamos a ganar algo, pensando por los dos, y quizás lo estábamos ganando, pero ahora, ahora vas y vuelves.

Cuando le puse un "-des" a todo ese "amor", cuando empecé a intentar comprenderlo. Y es que el desamor, al igual que el amor, hay que aprender a entenderlo poco a poco, día a día. Sin prisa y sin pausa. Incluso me arriesgo a decir que a veces, el amor y el desamor van de la mano. Y entonces, es ahí en ese proceso de tan larga duración al que me encantaría poner fecha de caducidad, ahí vas y vuelves.

Vuelves teniendo ese valor, ese que no tuviste para hacerlo antes y ese que tuviste cuando te atreviste a quererme.
No entiendo porque vuelves ahora cuando mi cabeza se planteó que todo lo que sentí fue mentira, que todo lo fue. Y dime tu a mi como le explicas eso al corazón.
Que esa historia, la indescriptible, la inigualable, la nuestra, era mentira. Cuando no ha conocido nada tan real. 
Desde entonces cree que las mariposas del estomago son el animal más doloroso en peligro de extinción, y bueno no dolorosas ellas en sí, el vacío que dejan al irse. Y digo en peligro de extinción, porque todo el que ha amado de corazón sabe lo que esto conlleva, con sus pros y sus contras, y ya no se quiere querer, porque los clavos que nunca logramos sacar acaban oxidándonos por dentro y eso nos va haciendo de hierro.

Y ahora, ahora no sé si quiero que vuelvas.



"Maldita dulzura la tuya"  

Hablemos de ruina y espina, hablemos de polvo y herida
De mi miedo a las alturas 
lo que quieras pero hablemos.

De todo menos del tiempo, que se escurre entre los dedos.

Hablemos para no oírnos, 
Bebamos para no vernos, 
Hablando pasan los días,
Que nos quedan para irnos, 
Yo al bucle de tu olvido 
Y tu al redil de mis instintos.



Me hablas de ruina y espina, te clavas el polvo en la herida, me culpas de las alturas que ves desde tus zapatos. No quieres hablar del tiempo aunque este de nuestro lado. 

Y hablas para no oírme, 
Y bebes para no verme, 
Yo callo y rió y bebo,
No doy tregua ni consuelo 
No es por maldad lo juro, 
Es que me divierte el juego. 


"Maldita dulzura la mía"



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