Monday, 25 November 2019

LUNES, TEQUIODIO.

APARENTEMENTE NO ME GUSTAN LOS LUNES.

De nunca han sido plato de buen gusto, al menos personalmente. Son inoportunos y maleducados. Aparecen de la nada robándote un todo. 
No me gustan. Nunca lo han hecho, y ya no sólo por lo que conllevan, que no es el principio de la semana en sí. Si no porque más que empezar una, te recuerdan que has finalizado otra. Otra de tantas. Otra de tus maravillosas e irrecuperables semanas que cobraron su sentido el fin de… y de repente irónicamente empiezan a tener sentido en tu subconsciente cuando dejan de tenerlo para él, EL LUNES.

Odio los lunes, porque nunca aprendí a adaptarme a ellos del todo. Y por motivos desconocidos de la cultura húngara en un estudiante de Erasmus. Empiezan a tenerlo. Allí pasó a tener la importancia y el respeto que ese día de la semana merecía de mi. Los Lunes, eran sábados. ¿Os imagináis que maravilla? Y ahora…Ahora los odio más desde que se fueron. Desde que me volvieron a dejar ahí, recordándome de nuevo lo que un día terminó desde que empiezan ellos. Malditos Lunes. Que amor odio de relación tenemos.

Hoy y ahora, Lunes, me doy cuenta del porque esos altibajos con él. Inconscientemente estuvieron ahí, incordiando desde el ápice de conocimiento que en un niño cabe a la hora  "volver al cole”. Hasta que dejan de ser inconscientes y se van haciendo notar con los años. Y de verdad. Cuando el Erasmus nos volvió a presentar pensé que teníamos futuro. Que allí si me estaba empezando a encandilar con ese sabor tan a Sábado. Hasta que él mismo, cualquier otro día que volvió (porque siempre vuelve) me hizo ver que dejó de ser mi día favorito de la semana, para ser lo que había sido siempre, Lunes.
Y el efecto rebote cuando volvió fue desmensuradamente tan doloroso como si de una traición se tratase. Un engaño vamos. Una infidelidad en toda regla. Con su desamor por él incluido. Y lo peor, que más odio los lunes cuanto más recuerdo lo que eran, porque lo echo de menos. Todo lo que conlleva, construido con esfuerzo durante toda la semana, para acabar coronándolo el fin de semana cual monumento. Y llega él, como si de una ola se tratase para tragárselo todo y así, guardarlo en ese interior de recuerdos y sentimientos que te escupe para volver a recordarte, que ya llega otra vez. Para volver a volver y hacerte construir otra semana de forzosos momentos, que acaban apilados en la misma estantería de memorables monumentos.

Echo de menos mis veintitrés, en el que este Lunes (que no el pasado), me recuerda que hoy se quedan atrás por una nueva cifra.

Un lunes más me despido de lo vivido esta semana tan imparable, para seguir apilando recuerdos de un valor incalculable, que hoy mi querido y odioso Lunes me recuerda la valía de apreciar lo inexplicable. 
Y que me hace un favor por existir y acompañarme.

 


    ¡Feliz Lunes!



Tuesday, 6 August 2019

Un día como hoy.

Hace tiempo que no te ilusionas, que no te inspiras, que no te abres porque no has dejado de arrasar con todo, dando portazos a lo que no te renta, si no que resta. Sientes un vacío de conversaciones sin sentido, por no hablar de el sentido que se le van restando a los que reproducen esas conversaciones. Sientes que ese cúmulo tan grande de fiestas, de citas, dé fotos ridículas ahora te saben a poco (si es que te saben a algo). Que antes todo eso que se iba apilando y coleccionando y en su momento sumando. Ahora pasan por delante, como sí nada. Para acabar saliendo directamente por esa trampilla de reciclaje y desechos, porque algunas, algunas sí que se reciclan.

Y es ahí, un día como hoy el que te das cuenta del porque no te acabas llenando.
Te das cuenta que esa persona que no sirve para anclarse, ni en un lugar, ni en una rutina establecida. Esa que le da vértigo no oler de cerca la adrenalina, que por supuesto es una droga curativa.
Un día como hoy la vida te da un sin sentido, quitándole todo el sentido a la vida.
Que no nos hemos parado lo suficiente a contemplar las consecuencias por vivirla siempre tan intensa. Que no leímos la letra pequeña por el ansia de firmar y llegar a la meta.
Y entonces es ahí, en un día como hoy cuando un todo se convierte en nada.

Se produce un golpe de estado, provocado por tu propio estado de ánimo. Quitándote todo el sentido que le hemos querido dar a nuestro paso por aquí. Y a su misma vez, dándoselo.

Dándole sentido al hogar, a la rutina, al día a día, al buenos días y al buenas noches, a tu familia, al cinturón de seguridad, aunque estemos seguro que nada puede pasar. Al freno ese que siempre ha estado ahí y no solemos pisar. Al procurar administrar toda esa intensidad en dosis para no gastarla toda de una. Un día como hoy le das el respeto que ya de por sí merecía, y no le has estado dando. Parándote a pensar que antes de comerse el mundo hay que masticarlo.

 Con todo lo que la vida te va "regalando". Llega un sin sentido que le quita el sentido a tu vida y a todas las que están aquí. Porque estamos de paso señores. Un día como hoy sí, y la semana que viene en un día como hoy puedes no estarlo, o peor aún, que alguien que te importe o lo haya hecho ya no lo esté.
El caso que el mundo seguirá rodando por mucho que a ti se te pare todo. Y te quedan dos opciones, o ruedas con el, o te quedas mirando. Y yo creo que está bien pararse a observarla de vez en cuando. Pero hay que seguir viviendo y avanzando con lo que la vida nos eche y echándole lo que hay que echarle a la vida.

A todos nos gustaría saber ¿Cómo se domina una situación que te domina? ¿Verdad?
Yo me atrevería a decir que no es en otro sitio que en nuestra propia mente. Ahí, en ese lugar. Donde cada día, con cada situación, sucede una vida paralela.
Desde luego no dejarán de aparecer realidades que superen la ficción.
Pero procuraremos a pasito lento esquivar todo el daño, intentando no formar parte del rebaño y cumpliendo y viendo pasar los años.




   Un día como hoy despiertas del sueño de vivir.





Monday, 4 February 2019

El mundo al revés.


Vivimos en una sociedad en la que el sexo es sin amor, las fiestas sin amigos y los besos sin sentido.

Las mujeres han dejado de quererse tal y como son para ser tal y como quieren que sean. Se operan para gustar a hombres ricos que solo quieren más dinero para gustar a esas mujeres. Que acabaran cambiando por otra más joven, más guapa  y que terminará llenándole igual o menos que la anterior. Y nosotros aquí con miedo a unir lazos verdaderos por si acaban siendo falsos. Desconfiando hasta de la propia confianza, sin darle ni pie, ni bola a la hora de arriesgar.
Nos hemos quemado tanto apostando y poniendo manos, que hemos empezado a cubrirlas por guantes de usar y tirar. De ahí que reine constantemente la hipocresía donde la lealtad finaliza cuando los beneficios también. Donde se queman etapas y cantidad de personas se van con ellas. 

Y el amor ahí, solo y en abandono.
Las personas saben el precio de todo, pero no saben el valor de nada.